No sé si el contenido de mis sentimientos se vierte en la filosofía o la psicología, pero no quiero inventarles una cerca para darles sentido. Hoy me parece ver la realidad y la ilusión en perfecto equilibrio; unidas en esa línea que todos pisan: Algunos dándole apellido, otros ignorando su existencia. Cuando les doy espacio, pierdo noción de mi identidad; no me reconozco, culpo al pasado y le invento una fina e inteligente producción, criatura de espanto. La dibujo y la alojo en la habitación ficticia de mi ser, en la que imagino que existe la luz y la sombra haciendo pulso. Fabricándolos así, evito la penosa tarea de definirme
Duerme la razón que no dirige, pájaro escondido en techos de ladrillo. Duerme la mano que se niega a escribir los pensamientos que si se plasman, permanecen. Duerme también el monstruo ficticio, hasta la próxima vez que despierte con la fuerza de la angustia, el miedo, la incertidumbre.
Un mensaje da el sosiego. Una risa la plenitud del momento.