Es una noche de diciembre 2017 en la ciudad de Guatemala, con su espíritu navideño consumista, arrasador y lucecitas de carros que forman el árbol navideño al estilo calle embotellada. Nos convoca a la paciencia y tolerancia de segundos, minutos e incluso horas. Por fin, llego a casa, saludo cuando la estridente, poderosa, intrigante voz de madre me devuelve el saludo; recordándome que hace dos días tenía que haber puesto la carne en salmuera: "hoy te toca a ti hacerla" dice en tono de reproche.
Subo las gradas y a mi grata sorpresa encuentro que todavía hay en la botella del líquido tinto mágico realista, perfecto para iniciar la ceremonia del yopuedohacerlapiernadeNavidad2017todovaaestarbien.
Orgullosa del premio que me gané, saco mi set de cuchillos con madera hipster y para mi sorpresa no tienen filo. Tengo que cortar 10 cebollas a la juliana con cuchillos nuevos sin filo. *emoji de WTF*
Mi hija de 4 años salta por la casa, alegre, jovial, eléctrica. Quiere mi atención, AHORA. Se sube a la mesa, entre la tabla de picar y la hornilla de la estufa, se va a lavar los ojos por la cebolla que le cayó a los ojos. Yo, absorta entre onomatopeyas: agh, ay, uf, fac en la necedad de cortar a como de lugar y cumplir con la misión encomendada. María Renée me ve fijamente: "Mami, tenemos que platicar. Vení" Mueve un sillón para que agachadas podamos entrar en su Baticueva y sentadas me dice al oído:
"Tus cuchillos no tienen filo... ¿Sabes qué tenemos que hacer? Ir de espías a buscar por el espacio!!!"
¿Ir al espacio por más cuchillos? pensé, pero ella ya está recorriendo en la sala todas las aventuras entre los sillones planetas y sillas estrellas.
En tono misterioso dice: "Encontramos a una niña de otro sistema solar. Tututurú."
En tono cómplice "Dice que quiere que vayamos al espacio a visitarla. - Tututururú"
En tono dulce: "Dice que se va a dormir."
Toma una almohada, le hago cosquillas en la espalda y se duerme.