sábado, 10 de mayo de 2014

Reflexiones de una madre en su primer 10 de mayo




Voy a empezar sacando de mi sistema unas cuantas ideas que me incomodan:

La madre abnegada
Lo que no me gusta del discurso de la madre sacrificada o abnegada no es que no sea cierto, pues obviamente hay tanto que una mamá hace, su tiempo ya no es su tiempo y muchas cosas que como madre incipiente, ignoraré. Pero para mi salud mental quiero pensar que puedo ser una buena madre sin corona de santa. Estoy empezando en este caminar y me resisto a creer que me espera una vida de contrariedades y anulación de mis intereses e integralidad. Quiero pensar y de hecho es lo que en estos 8 meses he vivido, que  esta nueva experiencia no es un sacrificio sino un nuevo enfoque de la realidad y de cercanía con la vida. Me acerca a la filosofía al contemplar la debilidad con que un bebe nace, incapaz de actuar por sí mismo y como poco a poco va adquiriendo más y más capacidades, es bello. Nace al mundo y es como “y esto qué putas” y luego empieza a apreciar los detalles, aprende, vive, pero no sólo el bebé, también la mamá revive, se reconecta con una parte olvidada. Si le quitamos el “sacrificio” al ser mamá, ganamos más, porque entonces es un gana-gana, es una aventura distinta.

Espero que mi yo madre del futuro no me diga: “qué ingenua la Cris” pero por el momento quiero pensar que el tiempo es compartido. Ahora canto y antes no lo hacía, corro menos pero bailo más, me agrada más compartir con la familia y que socialicemos en los distintos ambientes en que ambas vamos sintiéndonos a gusto.

La realización plena de una mujer es ser madre
Creo que el problema es el sistema patriarcal en el que vivimos. Ese chip de realizarse hasta que se es madre podría provenir de un grito de poder ante el hombre.  Porque hasta el momento no he escuchado a nadie decir “hasta que se es padre uno se realiza como hombre”. Quizá es la única arma que piensan que tienen para sentirse dignas, mejores o “más valiosas” El problema es que se pasan llevando de corbata a las que no lo son y lo peor es que no es cierto. La realidad es que la realización de una mujer no está en su maternidad sino como todo ser humano, en algo más complejo, en una serie de satisfactores y percepción del mundo.

Sólo una madre sabe
Por qué queremos establecer esa barrera entre los que tienen hijos y los que no. Como si de pronto unas adquirieron su pase al mundo de la luz y las otras siguen en tinieblas. Pero que esta luz es para ellas hablar de pañales, colegio y el último aparato electrónico que les hace la vida más fácil en su arduo y duro trabajo maternal. No es que quiera minimizar lo que ser madre significa, ojo, pero no estoy de acuerdo en que al hacerlo se excluya a otras mujeres y tampoco me parece que por el hecho de ser mamás perdamos la oportunidad de hablar de arte,  ideas, política o libros. Claro quizá una madre no podrá leer a plena tarde del día y tendrá que hacerlo en la madrugada después que su hij@ duerme o la película habrá que ponerle pause un par de veces, pero eso no impide que anulemos nuestro ser persona por el hecho de tener diferentes responsabilidades. No somos distintas en esencia si todas hemos tomado la opción de vida que hemos querido y/o somos consecuentes con nuestras decisiones y nuestras actitudes ante la vida. No es posible que sigamos compitiendo entre nosotras, cada una en su propio contexto tiene sus propias luchas y sus propios desafíos en un sistema de por sí ya difícil para las mujeres como para que nos pongamos a etiquetarnos o clasificarnos innecesariamente. La empatía entonces se adquiere cuando las dolorosas experiencias de vida que sin hijos o con, se escuchan, se comparten, se respetan y valoran. Entonces hay más admiración y menos juicio.

En fin, por mi parte puedo decir que ser mamá le ha dado un giro interesante a mi vida. Es un constante espejo que me provoca un constante cuestionamiento. Ahora que escribo y la veo a la par dormida con su mini manita sintiéndome, en posición relax no puedo más que sonreír y querer un buen futuro para ella. Vivimos en un mundo tan extraño de dolor y amor, odio e indiferencia. De guerras y contradicciones. Hay cosas que toca tolerar y otras que se vuelven insoportables. Somos humanos complejos, con miedos y posibilidades. Seres situados que dado que ya estamos aquí lo mejor será buscar ese equilibrio entre la lucha por los ideales y la vivencia de lo cotidiano con más sonrisas que rencores.


Hay mucho más qué decir, pero por el momento lo dejo ahí.

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