La piedra que me enseñó el camino
es la que no teme batallas,
aunque cae al abismo, existe, vive.
En la profundidad, un deseo:
sentir tu abrazo sin miedo.
Vivir en la Afrodita los planes,
tocarte con palabras y música.
Pero si mis palabras no son de amor,
corre.
Y si no tengo la voz que te haga quedarte,
vete.
Espérame, que yo también huyo.