domingo, 11 de abril de 2010

¿De qué color tu día?

Ya no coloreo los días. Al principio fue novedoso e incluso divertido, pero después me di cuenta que el sol y la luna tienen matices que juegan con las horas mientras la tierra da vuelta alrededor de su eje, riendo y llorando al compás de la música que silenciosamente le acompaña. Así que sesgarse por un color me parece innecesario, un ejercicio inútil para definir lo indefinible (mi vida). A veces es como un traje que camina solo y cada vez es más frecuente darme cuenta que tengo que correr a alcanzarlo esperando que “los otros” no lo noten. Y estos “otros” ¿Acaso se han fijado cuando me veo al espejo y éste solo refleja al traje y no a mí? ¿También tendrán trajes que perseguir? Y así mis pensamientos van flotando en el espacio como partículas microscópicas que viajan en el aire, mientras las conversaciones giran en la casa de mi desinterés que educadamente les ofrece cortesía y buenos modales.

1 comentario:

  1. Sí los días no tuvieran color, todos serían iguales, no chocarían unos con otros sino serían una gran pared que nunca dejaría de crecer, como una prisión. No sé que color será mañana, pero sin duda no quiero que sea del mismo color que hoy. Pintaremos algo.

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