Es curioso, aún no te llaman humano,
ni mini humano, mirá que eso que te digan cigoto (pero no te preocupés ya hace
ratos que no sos cigoto ahora te llaman feto (¡) Pues ni modo, toca pasar por todos esos
nombres raros (aunque no tanto como los que le ponen a las plantas, imaginá que
te llamen Acalypha hispida o Nephrolepsis exaltata, por cierto suena: “y
es que tú apareciste así, sin saber te
has metido en mí” O_O ).
Pues fue hace poco que caí en la
cuenta de lo majestuoso que es este nuevo amor (claro porque) ha empezado (y no
me había dado cuenta), la etapa del
enamoramiento.
Y estás ahí, es decir aquí, en mundos
completamente desconocidos pero en cada paso estás, estamos: Vos tragando
líquido amniótico y yo granita de café; Vos
con tu vernix caseosa y yo con mis pantalones elásticos. Aquí afuera tus
experiencias atléticas, tus nuevas transformaciones propias del crecer, apenas me
lo cuenta el internet.
Te imagino en una gran acuario en el que en
lugar de peces hay una constelación de estrellas fluorescentes que te llevan cada día una nueva aventura.
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