Por: Cristina Hernández
Una bandera escojiste como destino;
desterrándome de tu tierra fértil, frondosa llena de helechos.
Hoy secos los huesos y adoloridos los caminos sin camino.
Vivo entre la pregunta de la ausencia, la suerte y el cementerio.
Llevo en la boca la sed de la angustia, sin golpes ni sangre.
Solo una tristeza que crece en las ampollas de tu ausencia.
Mis pasos son orquídeas llenas de huida,
y el público se oculta para no verme llorar.
Las agujas del reloj arden en mis manos, lastiman cada hora,
solo con el tiempo apreciaré mis ruinas sin amargura.
Pintaré un grafiti en la pared que nos separa.
Viviré sin martirios o ideas de espera. Oh esperanza,
llena este cuerpo vacío que odia los atardeceres,
los árboles navideños,
la entrada negada.
Sí, escojiste tu camino, te llevaste los colores que me quedaban.
Dejaste en mí tu eterno invierno, y me congelo en un triste gris.
Yo que amé como me enseñaron,
Que di lo más dulce de mi casa,
Que adorné tu piel con poesía.
y mi fuego siempre te albergó.
Hoy soy destierro y pasado
Soy adiós y para siempre.
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