Por: mycrisher
En esa noche en la que escarbar el pantalón era señal que había olvidado su bolígrafo y que seguramente iba a perder nuevamente las palabras de su historia, Julián había decidido salir.
Llevaba una mochila negra que contenía: la última versión del Tiempo Principia en Xibalbá, un borrador, monedas y piedras con nombres de lugares. Entró al bar de siempre. Pidió una lager, abrió su cuaderno.
Ahí el mapa manchado de vino, marcados con un triángulo los lugares que nunca debía visitar. En color verde los que habían recorrido juntos. ¿Dónde la encontraría? Habían leído Rayuela y decidido dejar al azar su próximo encuentro. De eso ya habían pasado 20 años.
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