De repente estoy triste
--aunque tú no lo sabes
Se derrumban de pronto
torres y catedrales.
Se nos queman las alas
y hasta las ganas de vivir se caen.
Se nos vuelven más largas y más sordas las calles.
La tristeza nos coge
a patadas infames.
Es de pronto. Al doblar una esquina.
Al decir una cosa. Al saludar a alguien.
Es una bofetada sorpresiva esta tristeza tonta.
Pero tú no lo sabes.
Porque si lo supieras tendría algún sentido.
Esta manera amarga sería menos grave.
Pero tú no lo sabes.
Y si tú no lo sabes ya no lo sabe nadie.
Ni importa que lo sepa alguna gente.
Ni es tampoco importante.
Es un poco molesto nada más
desangrarse.
Es tonto y sucio.
Sería más higiénico llegar al sicoanálisis.
De que sirve todo esto
cuando Dios se tropieza en una esquina y cae.
Cuando el cielo se vuelve algo tan torpe
que sólo sirve para molestarme.
Cuando me cae mal toda la gente.
Cuando es ridículo hasta el preguntarme.
Cuando se pone triste hasta la sombra.
Cuando tú no lo sabes.
Y si tú no lo sabes
no importa que lo sepa nadie.
Nadie.
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