Andar con un libro en la calle es toda una experiencia. Hay
libros de libros. A algunos nos sucede que en cuanto se termina la lectura se avecina un viento ligero que pertenece a ese momento contemplativo, exquisito en el que dan ganas de
abrazar al extraño; que te ve con mirada inquieta, como pensando ¿y a este que
mosco le picó? Un libro que te da un brinco a esa realidad intangible que puede
ser vista de tantas formas como palabras y géneros literarios existan. En esta fiesta de significados curiosamente
no se lee con lentes oscuros, no se lee con los brazos cruzados y por favor no
se tiene un café en la mano y el otro sosteniendo el libro porque oh sorpresa, ¿Cómo vas
a pasar las páginas si tenés las manos ocupadas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario