jueves, 2 de enero de 2014

Pregunta sin respuesta

Quería tan sólo intentar vivir lo que tendía
a brotar espontáneamente de mí.
¿Por qué había de serme tan difícil?
Hermann Hesse en el libro Demián


Es una de mis frases favoritas, la he llevado durante tanto tiempo en mis pensamientos y mi corazón; llegó a mí de la forma más exótica e irrevente: en una carta en un retiro religioso, sin autor ni remitente. Por la letra supe qué amigo había sido y siempre creí que él se la había inventado, cuando la vi en el libro fue doble mi sorpresa, tendrían que haber visto mi cara de anonadada. Supongo que cuando las palabras son importantes traen consigo su envoltorio de amenos recuerdos.

Sigo sin poder contestar por qué es tan difícil. En un principio mi reflexión giraba en el ámbito religioso:
 !¿por qué no puedo cumplir con los mandamientos de Dios si tengo una disposición a seguir su voluntad, por qué si somos sus hijos nos es tan difícil ser a su imagen y semejanza?!

Ahora la pregunta la planteo desde otro ángulo, pienso en cuán agotador resulta estar pensando todo el tiempo cuál es la mejor manera de comportarse ante la sociedad: el trabajo, la familia, los amigos, etc... Es tan difícil encontrar espacios donde simplemente se pueda ser, así en el silencio acompañado o las palabras sin sentido, los deseos de gritar y salir corriendo, las ganas de reír por cualquier estupidez o de filosofar ante cosas sin importancia pero que en ese momento se ven tan prioritarias. Es cansado no ser espontáneo por temor a ser juzgado, y aún así pienso que soy más espontánea de lo que quisiera. Lo espontáneo es vida pero también imprudencia y vaya si no he llevado a mi vida muchas de ellas. Hace mucho que tiendo a ver cómo es que debe de "vivirse la vida" para no tropezar tanto. 

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