martes, 31 de mayo de 2011

Entre líneas duerme mi Guate

Pretender, de que otra manera se podría iniciar la lucha por arreglar estos deformes pensamientos que haraganes duermen en la sala de mis adentros. Desempolvar, acaso darle un nombre a esta aspiración que me acompaña siempre: En la parada de la camioneta, en el paisaje de un viaje en carretera, en la espera entre un sartén o una línea en el Banco.

En Guatemala vivimos entre líneas (in)visibles. La diferencia de clases, las brechas rico-pobre son tan inquebrantables que ya no pensamos del por qué existen. Se aceptan como se aceptan las tablas de multiplicar. Ese no pensar se va traduciendo en prácticas coloquiales que se resumen en un intercambio de frases sobre la difícil situación del país, lo corruptos que son los políticos, aquí no se puede vivir, etc. Al principio, digamos hace unos 15 años, yo pensaba que era en serio que nos preocupaba. Creía que si todos estábamos preocupados sobre el tema habría algo que se podía hacer, claro que no voy a detallar en que otras cosas creía que con el tiempo fui descubriendo inciertas.  Y a que va todo este preámbulo,  a que a lo mejor la razón de este impase, de lograr un cambio, una sociedad más equitativa es simplemente por la inacción tanto mental como física que se da porque no hay una fuerza que la empuje, el detonante, el efecto que produzca moverse de la silla. Ahora bien podríamos entrar en todos los aspectos sociológicos e históricos que darían una gama de respuestas del por qué estamos como estamos y no es de eso de lo que quiero hablar  (aunque también pero otro día) sino en si debería importarnos escoger una ideología. ¿Es la falta de ideología la que no nos permite avanzar? ¿Deberíamos escoger entre una izquierda o una derecha, sentirse liberal o demócrata, creer en los matices o ser radicales? Y  que pasa, que entre que se es uno u otro, el pobre sigue siendo pobre y las líneas que nos separan, vacíos que los poetas lloran y "otros" aprovechan para fines personales.